Señor presidente: con el objeto de respetar absolutamente los cinco minutos de que dispongo para hacer uso de la palabra, solicito la inserción del texto del discurso que pensaba pronunciar, pero adelanto que haré uso estricto de dicho plazo. Voy a proponer algunos agregados. Cuando hablamos de emergencia pública, no la definimos; simplemente, utilizamos la expresión. Creo que esto no es correcto; deberíamos precisar hacia dónde se dirige este proyecto de competitividad. Por lo tanto, sugiero la siguiente redacción: «Declarar la emergencia pública del sector externo nacional con el objeto de alcanzar un equilibrio en el mediano y largo plazo a partir de aumentar la productividad y competitividad en el sector de los bienes transables, y la competencia y transparencia en el sector de los bienes no transables, evitando la formación de precios monopólicos y de intereses usurarios.» Con esta redacción se pretende precisar con claridad el objeto de esta emergencia pública, es decir, aumentar la productividad y competitividad en el sector de los bienes transables, y la competencia y transparencia en el sector de los bienes no transables, apuntando así mismo a la baja de las tasas de interés, que sin duda constituyen el problema más complejo que enfrentan las posibilidades de inversión y crecimiento en la Argentina. Lo que acabo de expresar se relaciona con lo que hablamos ayer en el sentido de no pagar la deuda con más deuda sino de lograr alcanzar un crecimiento y equilibrio en el sector Ch.-temo. Creo que este es el objetivo que persigue el ministro Cavallo. Precisar con claridad la materia de la emergencia sería conveniente a los efectos de que no se desvirtúen los objetivos de esta norma y que puedan alcanzarse aquellos que estamos proponiendo. Estoy totalmente de acuerdo con lo manifestado por el señor diputado Polino en el sentido de que la eliminación de las exenciones no puede estar dirigida hacia las organizaciones de la economía social, esto es taxativamente, a las cooperativas, mutuales y organizaciones sin fines de lucro. Creo que esta es· una propuesta que. se estaba acordando con el señor diputado Pernasctti. Por último, donde dice: «Autorizar la devolución, acreditación o compensación con otros tributos de los saldos a favor … «debería agregarse expresamente que se exceptúan los aportes patronales. Los aportes patronales, a nuestro entender, no son impuestos sino salarios diferidos para el trabajador. No podemos permitir el desfinanciamiento de las cajas. Por eso creo que debería exceptuarse de esta compensación a los aportes patronales.
Inserción solicitada por el señor diputado Cafiero M. A. H.
Señor presidente: En el marco del proyecto de ley que estamos analizando y para ajustamos estrictamente a delegación de facultades legislativas que solicita el Poder Ejecutivo, prescrita en el artículo 76 de la Constitución Nacional, voy a proponer salvar lo que entiendo una omisión de significación. Una de las razones, que con carácter estricto y excepcional facultan a este honorable cuerpo a delegar en el Poder Ejecutivo facultades legislativas, es la existencia de emergencia pública. Al respecto, no se la ha definido ni precisado, simplemente la estamos utilizando. Creo que ello es incorrecto y deberíamos precisarla y en particular cuando estamos discutiendo un proyecto de ley que se ha dado en llamar «de competitivdad». Por lo tanto, sugiero declarar la emergencia pública precisando aquella que afecta al sector externo nacional, con el objeto de que las medidas propuestas con el objetivo citado: mejorar el nivel competitivo de nuestro país y de sus actividades económicas. tiendan a solucionar las restricciones que en esta emergencia lo afectan y alcanzar un equilibrio en el mediano y’ largo plazo a partir de aumentar la productividad y competitividad en el sector de los bienes transables, al igual que la competencia y transparencia en el sector de los bienes no transables, evitando en sus mercados la formación de precios monopólicos y de intereses usurarios. Esto último es sin duda una de las causas del complejo problema que enfrentan las posibilidades de inversión y crecimiento de la Argentina. Lo que acabo de expresar se relaciona con el hecho de que un sector externo equilibrado evita pagar la deuda con más deuda, para lo cual hay que alcanzar un rápido crecimiento de nuestras exportaciones, ampliando los saldos comerciales positivos a partir de una mayor competitividad que es el objetivo del proyecto del Poder Ejecutivo. Ahora bien, ¿qué significa «competitividad»? ¿Cómo se consigue? ¿Cómo se construye? Un concepto amplio de competitividad abarca la aptitud de una empresa o grupo de empresas capaces de penetrar un mercado, consolidar su participación en él, posiblemente ampliada y sostenerla en el mediano y largo plazos. Esta aptitud depende de diversos factores, endógenos y exógenos a la propia empresa. Entre los primeros y más importantes se encuentran: su dotación de factores, en cantidad y calidad, capacidad y entrenamiento de sus recursos humanos, capacidad financiera y tecnológica y la inteligencia y flexibilidad de la conducción empresarial para la toma de decisiones correctas. Estos factores determinan el logro de la máxima producción al mínimo costo optimizando los beneficios de la empresa. Hasta aquí, los aspectos relevantes se limitan a la productividad y eficiencia de la propia empresa, pero toda unidad económica actúa en un determinado contexto y los resultados operativos no solamente dependen de aquellos factores endógenos. Las situaciones cambiantes del mercado y el contexto, factores exógenos a la propia empresa, modifican el grado de eficiencia microeconómico y son aspectos determinantes del grado de competitividad de la misma. Entonces vemos que el concepto de competitividad trasciende claramente la propia capacidad de las unidades económicas y depende en un grado divergente de «externalidades» cuya importancia puede determinar su expansión y crecimiento o llevar a las mismas a su quiebra y desaparición del mercado. Estas externalidades positivas o negativas y su influencia sobre el desarrollo empresarial, son directamente proporcionales a la dimensión del mercado en que interactúa la empresa. El auge de la globalización, la integración regional y un mayor grado de apertura económica son factores que han ampliado a todas luces la importancia de las externalidades en los resultados empresariales. Aunque la existencia de externalidades rto se limita a aquellos factores -muchas economías y deseconomías externas no se vinculan con estos aspectos y tienen lugar en mercados cerrados y pequeños-, el nuevo contexto exige un mayor grado de productividad y eficiencia al sólo efecto de subsistir en el mercado. Obviamente, para completar el nivel de competitividad exigido, también es necesario reducir la exposición de la empresa a la influencia de estos últimos factores, cuyo control recae fuera de la capacidad de decisión interna. La existencia de nuevos competidores que pueden acceder a recursos humanos altamente capacitados, a un ambiente tecnológico de punta, que se proveen en mercados de insumos transparentes y competitivos, cuando no subsidiados, con acceso al financiamiento a plazos extendidos y tasas de interés de nivel internacional, y que poseen notorias economías de escala, establece un escalón competitivo lejos del alcance de muchas empresas, en especial las pequeñas y medianas y más lejos aún de las decisiones, por mejores que sean, de los empresarios individuales. La respuesta del millón, entonces, es aquella que pem1ita a las empresas desafiadas, alcanzar ese nuevo escalón de competitividad, que las provpa de externalidades positivas, que complementen sus propios niveles de productividad y eficiencia, para acceder al grado de competitividad necesario para expandirse y crear ingreso y empleos -genuino:;; y permanentes. Sin duda, son las famosas políticas activas, reclamadas a todas voces y solamente al alcance de un Estado responsable y dinámico, las que pueden equilibrar la ecuación de competitividad, facilitando mercados transparentes y competitivos en los insumos básicos como combustibles y energía. y los servicios públicos concesionados, reduciendo sus demandas de financiamiento al mercado para facilitar la baja de las tasas de interés, reasignando los gastos y recursos fiscales haciéndolos más eficientes, eliminando tributos distorsivos, entrenando y capacitando adecuadamente a los recursos humanos y ejerciendo las responsabilidades delegadas en el mercado soberano, que ha demostrado eficientemente que un Estado ausente está lejos de preservar el interés general.